Detalles: Caleb Landry Jones es un creador constante. La estrella tejana alcanzó la fama como actor —lo reconocerás por papeles clave en X-Men: Primera Generación, Tres Anuncios en las Afueras, entre otras—, pero la música es quizás su primer amor y su mayor fuente de consuelo. Un encuentro casual con el afamado autor Jim Jarmusch lo introdujo en la órbita de Sacred Bones, y el incondicional artista independiente lanzó su álbum debut en 2020, "The Mother Stone". Psicodélico de una manera desafiantemente no retro, este viaje indulgente y desenfrenado recibió elogios de la crítica, pero ocultaba un secreto: ya había terminado otro álbum. Rodando junto a Tom Hanks en Finch, la película de temática distópica, Caleb se encontró escribiendo durante esas largas tardes posteriores al rodaje en locaciones de Nuevo México, matando el tiempo concentrándose en la creatividad. "Lo necesito", dice. He intentado trabajar sin ella. En un trabajo de actuación, intencionadamente no llevé la guitarra para intentar hacerlo sin música... pero no duró mucho. Necesito crear algo, ya sea un dibujo, una canción, porque si no, siento que pierdo el tiempo. ¡Algo que hago mucho por mi cuenta! Con sus facultades creativas a flor de piel, Caleb supo que tenía que volver al estudio en cuanto terminara el rodaje. Reuniéndose con el mismo elenco que formó 'The Mother Stone', reanudó su colaboración con el productor Nic Jodoin, con sede en el elegante Valentine Recording Studio de Los Ángeles. Un estudio con mucha historia (trabajaron allí desde Bing Crosby hasta Frank Zappa), interrumpió las sesiones de mezcla de su álbum debut para centrarse en algo diferente. "Sabía que podía hacer algo más concreto y menos complejo. Y esto se convirtió en un experimento", explica. "Queríamos hacer algo que no habíamos hecho en el anterior y, además, conseguir un sonido ligeramente diferente". El productor Nic Jodoin fue clave en el proceso; la relación entre ambos se profundizó gracias a sus experiencias en su debut. "Técnicamente, es un genio", afirma Caleb con entusiasmo. "Creo que pudimos confiar más el uno en el otro y adentrarnos más rápido en el mundo de los negocios. Teníamos más fe en nosotros mismos". 'Gadzooks Vol. 1' no se parece a nada que hayas escuchado antes: las comparaciones van desde la obra maestra fragmentada de Skip Spence, 'Oar', hasta el sesgado trovador Robyn Hitchcock, pasando por los oscuros estados de ánimo de John Lennon en 'The White Album' y el surrealismo cáustico de Frank Zappa. Al grabar en cinta, Caleb improvisaba en cada toma, reensamblando las canciones como diagramas de Escher. "Es como cuando estás nadando en la piscina", sonríe, "y haces un poco de mariposa, y luego eso se vuelve aburrido con el tiempo. Entonces empiezas a hacer braza, y luego eso se vuelve aburrido con el tiempo. Creo que es solo una reacción desde donde estábamos antes". Parte de una oleada de creatividad —como su título sugiere, la segunda mitad de este álbum ya está en el horizonte—, 'Gadzooks Vol. 1' es emocionante, impactante y maravillosamente entretenido. Cada canción comienza y termina en lugares completamente únicos, a menudo totalmente disociados entre sí. "Intento escribir algo muy simple", dice. "Y se vuelve muy abstracto porque no conozco otra manera".