Stanley Kubrick doblegó las convenciones del drama histórico a su antojo en esta deslumbrante visión de la aristocracia brutal, adaptada de una novela de William Makepeace Thackeray. Con detalles picarescos, Barry Lyndon narra las aventuras de un embaucador incorregible (Ryan O'Neal) cuyo oportunismo lo lleva de una granja irlandesa a los campos de batalla de la Guerra de los Siete Años y a los salones de la alta sociedad. Para la película más suntuosamente elaborada de su carrera, Kubrick recreó las superficies decadentes y los intrincados códigos sociales de la época, evocando la luz y la textura de la pintura del siglo XVIII con la ayuda de técnicas cinematográficas pioneras y un suntuoso diseño de vestuario y producción, todo lo cual le valió el Premio de la Academia. El resultado es una obra maestra: un retrato sardónico y devastador de un mundo en desaparición cuya opulencia oculta el vacío moral que reside en su corazón.