Jim Jarmusch combina su pasión por los dramas policiales desenfadados de Jean-Pierre Melville y Seijun Suzuki con las dimensiones filosóficas de la mitología samurái para una versión excéntricamente posmoderna del thriller de sicarios. En uno de sus papeles más representativos, Forest Whitaker aporta una serenidad imponente a su interpretación de un asesino a sueldo zen que trabaja para una mafia desmañado, un hombre moderno que se aferra firmemente a los ideales del código guerrero japonés incluso mientras el caos y la violencia lo rodean. Con una cinematografía melancólica del gran Robby Muller, una banda sonora cautivadora de RZA, de Wu-Tang Clan, y una gran cantidad de actores de carácter pintoresco (incluido un Henry Silva con una expresión memorablemente impasible), Ghost Dog: The Way of the Samurai se presenta como una mixtape cinematográfica con influencias de la cultura pop, construida en torno a un héroe trágico único.