Detalles: La excentricidad en la música es complicada, pues es difícil aceptarla con moderación. Existe el riesgo de que parezca excesivamente (y desapaciblemente) deliberada, o que se tambalee al borde de la novedad. Waiting For The Bomb, del cofundador de Pere Ubu, Allen Ravenstine, es una de esas raras excepciones donde la peculiaridad, los matices y la calidez genuina se alinean de tal manera que se sitúa justo en ese límite y resulta aún más evocador por ello. Uno de los atributos más impactantes y desconcertantes del álbum es su amplia y volátil paleta sonora. Estructurado episódicamente, sus dieciocho viñetas saltan entre mundos sonoros discretos. Densos grupos de crudo ruido de sintetizador de ciencia ficción contrastan con miniaturas de banda sonora, mientras que en otros lugares, un ambiente plácido emerge del rígido funk informático. Sin embargo, a medida que uno se entrega a la extraña cualidad tambaleante del viaje, la inquietud que produce, de alguna manera, se vuelve fundamental. Dado el pedigrí post-punk de Ravenstine, no sorprende que esta desafiante sensación de malestar y contradicción no sea solo una consecuencia de su juguetona exploración del género. De hecho, es un elemento unificador clave que acecha incluso en la periferia de los momentos más serenos o aparentemente inofensivos del álbum. Se puede percibir en la forma en que la plastilina cuadrada de las orquestaciones de su librería de samples roza con los metales y la percusión en directo en "Spirits". El espinoso sintetizador de "Venus Calling" se arrastra como vapores tóxicos a través de un refinado arreglo de jazz. En "Insomnia", las rápidas dispersos de la batería de Joe Sorbara puntúan un lúgubre y palpitante fondo sonoro; sin embargo, a medida que las fanfarrias artificiales empiezan a sobresalir, uno no sabe si aterrorizarse, reír o ambas cosas. Las notas que acompañan al disco mencionan la infancia de Ravenstine, inmersa en la paranoia indirecta de la Guerra Fría. Esperando la Bomba parece encarnar esa tensión a la perfección: una imaginación joven y desenfrenada, atormentada tanto por la grave amenaza como por el perverso atractivo futurista de la aniquilación total. (Nick Storring)