La visión dolorosamente divertida de Stanley Kubrick sobre la ansiedad de la Guerra Fría es, sin duda, una de las sátiras más feroces de la locura humana jamás salidas de Hollywood. El inigualable cambiaformas Peter Sellers (La Pantera Rosa) interpreta tres papeles radicalmente diferentes: el capitán de la Fuerza Aérea Lionel Mandrake, que intenta tímidamente detener un ataque nuclear contra la URSS ordenado por un general desequilibrado (Sterling Hayden, de The Killing); el ineficaz y eternamente estupefacto presidente Merkin Muffley, que debe dar la pésima noticia al primer ministro soviético; y el mismísimo Strangelove, un asesor presidencial en silla de ruedas con pasado nazi. Encontrando una hilaridad improbable en casi cualquier escenario inimaginable, Dr. Strangelove, o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar la bomba es una obra maestra genuinamente subversiva que oficialmente presentó a Kubrick como un estilista sin igual y un ironista descarnado.