Detalles: Ivan Pavlov, también conocido como COH, describe su último trabajo en solitario, "Radiant Faults", como "la grabación de un diálogo", más que un conjunto de composiciones. Creado con un sintetizador nuevo y poco común, el Silhouette Eins, el primer encuentro de Pavlov con el instrumento durante una larga sesión nocturna resultó en un conjunto continuo de texturas, patrones y melodías subliminales. En algún momento del proceso, se dio cuenta de que no estaba solo: "Era como si algo me hablara a través del equipo; la sensación era muy intensa. Por muy decidido y específico que intentara ser, los resultados eran extraordinarios. Se sentían como 'respuestas'. Esto me recordó instantáneamente a ELpH". ELpH es el nombre acuñado por Coil para una "entidad celestial" que emana de equipos electrónicos en momentos misteriosos, alterando el proceso creativo de formas imprevistas. Idearon el término durante sesiones de estudio en 1994, durante las cuales los continuos accidentes de software parecían poseer una inteligencia sobrenatural, dando origen a su propio mito. Como miembro veterano del círculo íntimo de Coil, Pavlov está imbuido de la ideología e influencia de ELpH y es altamente cualificado para identificar un encuentro propio. "Radiant Faults" ofrece una convincente adición al canon de ELpH, en el umbral de la música y la manifestación, abrazando la "cualidad divina del error". El Silhouette Eins es un instrumento único que combina el concepto de "banda sonora óptica" de la década de 1920 con una interfaz de sintetizador de hardware para Pure Data: un lenguaje de programación visual para producir música interactiva, utilizando señales de video en tiempo real para la síntesis de sonido. Los intentos de manipulación de Pavlov fueron respondidos por transmisiones indescifrables de un lugar lejano e incognoscible. Formas de onda nítidas zumban y se doblan contra metrónomos esqueléticos; pulsos murmurantes parpadean por pasillos vacíos; tonos fluorescentes agudos brillan y fallan en gravedad cero: la atmósfera general es de susurros generativos, sensibilidad oculta y fantasmas en la maquinaria. Un terreno posthumano de andamios, sombras y circuitos semiconscientes, ondulando con energías veladas. Dejando a un lado la autoría, el proceso de Pavlov es transformador: «Lo que percibimos como un error o una equivocación bien podría ser un mensaje que se transmite. Y aunque no seamos capaces de descifrarlo, a veces —como por una grieta en una superficie o un desgarro en la tela— una luz se filtra inesperadamente».