Detalles: La música del artista neoyorquino Tor Lundvall suele evocar una suave melancolía otoñal, pero en ningún otro lugar esta atmósfera es más explícita y evocadora que en su álbum navideño de 2006, Yule, reeditado por Dais Records. Inspirada en los recuerdos de infancia de las "noches frías y oscuras" esperando a su madre a la puerta de tiendas y supermercados, mientras las canciones navideñas flotaban débilmente en el aire gélido, la colección se siente apropiadamente silenciosa e hipnagógica, melodías medio recordadas que se escuchan entre la nieve que cae. Pulsos rítmicos, constantes y apagados, serpentean por paisajes invernales de gélidas texturas sintéticas, campanas de cristal y lejanos ecos metálicos, ocasionalmente enmarcados por la voz suave y aturdida de Lundvall, narrando escenas de "estaciones de tren iluminadas y cubiertas de nieve" y "los árboles solitarios de enero, aún enredados con luces azules mucho después de que la estación haya terminado". Es una música de ramas desnudas, lunas crecientes y figuras esbeltas que se arrastran y tiritan en su camino hacia algún lugar, vistas desde una ventana empañada que pasa cerca, o desde lo alto. Al igual que las emblemáticas pinturas al óleo de Lundvall, las viñetas sonoras de Yule son obras de observación, destellos poéticos plasmados en gradientes de color y quietud. Anteriormente, se ha referido a su música como "ambiente fantasmal" y, aunque aquí su composición se centra más en el primer plano que en el fondo, la frase captura acertadamente la atmósfera fantasmal y en penumbra de estas frágiles pistas. 10 miniaturas de calles engalanadas y bosques silenciosos, de escaparates centelleantes vistos desde la distancia, la sensación de estar fuera de la vida mirando hacia dentro: los sentimientos que inspiraron la visión de Lundvall permanecen intactos: "Había una especial belleza melancólica en estos momentos que nunca me ha abandonado".