Detalles: A la tierna edad de veinticinco años, mientras trabajaba a tiempo parcial en un restaurante italiano en el distrito Kamata de Tokio, Kazuki Tomokawa lanzó su disco debut, acertadamente titulado "Finalmente, su primer álbum". Si bien ya había escrito cientos de canciones, incluyendo su primer sencillo, "Try Saying You're Alive!", compuesto en un largo viaje en tren entre campos y arrozales, fue esta grabación la que presentó a Japón a uno de los músicos más singulares de la posguerra. Cada tema, como escribe el ejecutivo del sello discográfico Kiichi Takahara en las notas del LP (traducidas aquí por primera vez), no es una canción, sino un "ser humano de carne y hueso", nacido del cantautor y de los gritos crudos y guturales que se convertirían en el sello distintivo de su incomparable sonido. El Japón de la década de 1970 fue una época y un lugar marcados por un profundo deseo de autenticidad en medio de la saturación televisiva y mediática. Tomokawa irrumpió en la escena como un músico con "la personalidad de una bomba de hidrógeno", como decía su colaborador habitual Toshi Ishizuka. En una entrevista compleja incluida aquí, los miembros de la famosa banda izquierdista Zun? Keisatsu (Policía del Cerebro) lo expresaron sin rodeos: aquí estaba un hombre rodeado de lo "falso", lo "indeciso" y lo "superficial", que ofrecía "la vida real, sin adornos". Estas canciones son canciones de cuna para los perdidos, que no miran al vacío, sino —como declara la cuarta canción— desde dentro de él. Finalmente, Su Primer Álbum es el primero de tres discos de Tomokawa que reedita Blank Forms Editions junto con el lanzamiento en Estados Unidos de sus memorias, Try Saying You're Alive!, la primera traducción al inglés de sus escritos. Este debut captura la seguridad que Tomokawa perfeccionaría a lo largo de décadas. Varias canciones se interpretan en su dialecto nativo, Akita, una lengua vernácula distintiva y muy regional del norte de Japón, poco escuchada fuera de la prefectura, y aún más raramente escuchada en la música. Las letras de Tomokawa se sumergen en una profunda interioridad en los rituales de la vida cotidiana, y se cantan sobre arreglos folclóricos de acordes tiernos y cadenciosos, un preludio al rock y la electrónica que vendrían en años posteriores. Autoproclamado "cadáver viviente", Tomokawa se revuelca, susurra, grita y llora, pero aun así, a través de su duda existencial, pide ser escuchado.