Detalles: "Frente a una partitura, el intérprete, como en un juego de sombras, se enfrenta siempre, indefectiblemente, a difíciles decisiones interpretativas entre la apariencia, la realidad y la imaginación. El lenguaje de Domenico Scarlatti, con su simplicidad e inmediatez, trasciende el significado directo de la notación. Lo que para otros autores debería interpretarse según la convención, en las piezas de Scarlatti se busca un significado potencialmente variable, nunca exactamente igual. Todo se comprende mejor si se piensa en Scarlatti como un compositor que interpretó su sonata antes de plasmarla en papel. El desarrollo y el borrador definitivo siempre han combinado a la perfección la ejecución improvisada con la completitud formal. Los límites de la notación, casi perfectos para aquellos tiempos, residen en la profunda comprensión del intérprete del estilo del autor y de la relación que entrelaza el rigor estructural, la perfección estilístico-formal y la libre inventiva. Para que esto ocurra, la intuición del músico-intérprete es trascender, dotar de significado y apropiarse de los signos escritos. Solo así puede emerger lo no escribible, lo no dicho pero pensado, el significado cambiante, así como la alusión y la participación en el vasto panorama de las emociones humanas. En mi interpretación de las sonatas de Scarlatti y de sus imitadores y epígonos en el álbum, pretendí hacer audibles y palpables estos elementos ocultos: sus efectos y afectos, que son ricos, variados y múltiples. (Amaya Fernández Pozuelo)