Detalles: En 1786, Mozart continuó escribiendo con intensidad: música de cámara, conciertos para piano y, sobre todo, su obra maestra, Las bodas de Fígaro. 1786 fue posiblemente el año más productivo en la vida de Mozart. Tras varios años de éxito como artista independiente en Viena, parece que Mozart ya no estaba interesado en complacer el gusto de la sociedad vienesa con música puramente de entretenimiento. El compositor continuó el camino del descubrimiento personal que había emprendido el año anterior, y con mayor determinación: si bien Viena seguía siendo la "tierra del piano" para Mozart, ahora lo era en sus propios términos. Su mente estaba principalmente llena de ópera. El trabajo de Mozart en Fígaro lo llevó a pintar la situación y la emoción con nuevas herramientas colorísticas que se extenderían a los conciertos para piano posteriores, cada uno de ellos imbuido de un diálogo más fluido entre solista y orquesta. El primer concierto de esta grabación intercambia material con el estilo rápido, coloquial y cambiante de Fígaro. Amplía la orquestación y «hay cambios frenéticos en la música. Mozart pasa del puro entretenimiento a la soledad total en una fracción de segundo», dice Leif Ove Andsnes. La siguiente, escrita poco después, oscurece la atmósfera y complica el argumento. La visión de Mozart de que el concierto para piano fuera más que un simple entretenimiento se materializa plenamente aquí.