Detalles: Durante apenas diez semanas del verano de 1788, Mozart escribió tres sinfonías excepcionales, sumamente innovadoras por su complejidad y extensión. Tenía treinta y dos años y vivía en Viena, ciudad que le había brindado numerosas oportunidades en el pasado. Musicalmente, le había proporcionado una plataforma que combinaba excelentes músicos con un público entusiasta. En términos más personales, fue el lugar donde se liberó de la presión emocional ejercida por su padre Leopoldo y su antiguo empleador, el arzobispo de Salzburgo. Sin embargo, el público vienés ya no estaba interesado en sus magistrales composiciones modernistas. Cuando Mozart compuso estas, sus tres últimas sinfonías, se le consideraba un «cazador de disonancias». En esta «trilogía» sinfónica, Mozart ilumina todos los aspectos de la expresión humana, con total independencia de su situación personal. Cada obra presenta un carácter diferente. La n.º 39 en mi bemol mayor contiene numerosos elementos que recuerdan a la música de cámara, mientras que la n.º 40 en sol menor hace claras referencias a la ópera. La n.° 41 en do mayor incluye elementos formales de la música barroca (obertura, concierto, fuga). Su síntesis de forma sonata y fuga fue, y sigue siendo, una obra maestra que solo Mozart pudo haber escrito.