Detalles: Johann Joachim Quantz fue uno de los más grandes compositores de su tiempo, con una vasta obra a su nombre. Si bien su obra para flauta ha sido disfrutada tanto por flautistas como por el público, no parece cumplir ninguno de los criterios codificados a principios del siglo XX sobre qué constituye música «grande», «perdurable», «profunda» o «compleja». Tampoco cumple con el requisito establecido en los tiempos modernos de que el valor de la obra de un compositor se mida en función de su influencia en la siguiente generación. Esto se debe a que, tras haber alcanzado un conocimiento técnico comparable al de sus contemporáneos, Quantz optó por la vida restrictiva de un compositor de corte al servicio de Federico el Grande, rey de Prusia, quien, aunque hombre culto y músico aficionado, tenía un gusto musical conservador. Por lo tanto, la música de Quantz nunca estuvo de moda, y sus composiciones no dejaron huella en la posteridad. La obra de Quantz para flauta travesera incluye alrededor de 300 conciertos, 200 sonatas y docenas de obras de cámara. Sin embargo, hasta mediados del siglo XX, ninguna de sus sonatas, y solo uno de sus conciertos, se había interpretado en concierto. Al igual que los conciertos, las sonatas se encuentran entre los mejores ejemplos del género, integrando técnicas de composición progresivas y una forma y estructura versátiles. La cronología de las sonatas solo puede determinarse hasta cierto punto. Para esta primera entrega de la grabación de las sonatas completas para flauta de Quantz, la selección no está vinculada ni a la cronología ni al número de catálogo. Incluye una composición temprana de Dresde (en si bemol mayor, QV 1:153) y exhibe diversas tonalidades en las siete sonatas seleccionadas. A pesar del orden ad hoc, al final de la serie se habrán interpretado todas las sonatas originales conocidas. Este proyecto de grabación busca reconstruir las condiciones de interpretación contemporáneas con la mayor precisión posible. Estos esfuerzos incluyen el uso de una réplica de una flauta original construida por Quantz, tocada en la afinación original (un tono completo más bajo que el estándar) y la grabación en una sala muy similar en tamaño, proporciones y acústica a la sala de música de Potsdam donde tuvieron lugar tantas de las famosas veladas musicales de Quantz. La configuración del micrófono reproduce sin ninguna manipulación lo que el oyente oiría en una actuación en dicha sala, desde una distancia de unos cinco metros. En el esfuerzo nos topamos con varios dilemas, uno de ellos fue la elección de las fuerzas acompañantes. Se sabe que en la corte de Federico el uso de un instrumento de teclado más un contrabajo se consideraba óptimo, pero desconocemos si esto siempre se llevó a cabo en la práctica. Al final se decidió grabar la mayoría de las sonatas solo con teclados. Otra cuestión importante, entonces, fue la elección del teclado: clavicémbalo o pianoforte. Aunque desde la década de 1740 Federico se familiarizó con los fortepianos de Gottfried Silbermann e incluso compró varios de ellos, el clavicémbalo siguió siendo un importante instrumento de acompañamiento y había muchos de ellos en la corte.