Detalles: George Lloyd estuvo muy familiarizado con la música para metales desde muy joven. Uno de sus primeros recuerdos musicales fue escuchar con atención a una banda del Ejército de Salvación con su madre en St. Ives. De estudiante, asistía regularmente a conciertos de bandas de metales en el Crystal Palace de Londres, donde escuchó el estreno de A Downland Suite de John Ireland en el Concurso del Festival Nacional de Bandas el 1 de octubre de 1932. Lloyd tocaba la corneta cuando servía como miembro de la banda en la Marina Real Británica, lo que le proporcionó una invaluable experiencia práctica como ejecutante dentro de un grupo de músicos. Sus composiciones para la sección de metales en sus obras a gran escala son invariablemente idiomáticas, de una factura impresionante e indican un profundo conocimiento del registro, el carácter y la versatilidad de todos los instrumentos. Sin embargo, a pesar de todos estos indicios de que era un compositor nato de música para bandas de metales, se dedicó a escribir música para instrumentos de metal solo en las dos últimas décadas de su vida creativa. Aunque la música para banda de metales fue el último género importante que Lloyd añadió a su catálogo de obras, su entusiasmo por el medio, una vez que lo adoptó, fue inagotable. La gran popularidad de su música dentro del movimiento de bandas de metales fue una fuente constante de considerable orgullo y satisfacción para George Lloyd, como confesó en una ocasión: «Darme cuenta de que a quienes realmente lo hacen, a los propios músicos... parece gustarles, eso es lo que más me complace». © Paul Conway