Detalles: Ver una película de Tati es una experiencia sorprendente; en sus películas, el sonido y la música hablan más que las palabras, superando el discurso convencional —y el aburrimiento— de la edad adulta. Hulot permanece en silencio, o murmura. Tati lo sabe todo sobre los ruidos del mundo moderno: pitidos, timbres, crujidos, taladros neumáticos, coches, sonidos mecánicos, eléctricos y de goma, los tacones altos de secretarias y máquinas de escribir, ruidos de fábricas, puertas que crujen, sillas que suspiran, máquinas y aparatos técnicos, franglais, aspiradoras y toda la gama de pequeños electrodomésticos... Con todo ese revoltijo urbano y doméstico, plásticos de todo tipo, linóleo y fórmica, compone una partición virtuosa. Señales y señales, sonidos de advertencia y sirenas nos desorientan en el espacio urbano. Tati nos desorienta maliciosamente. Maximalista, graba en cinco pistas con ritmos hábiles y de buen gusto: un placer para los sentidos. Escuchar Mon Oncle, Les Vacances de Monsieur Hulot, Play Time cambia la perspectiva del mundo: nunca más se percibirán los ruidos de pueblos y ciudades de la misma manera. La ciudad moderna es el patio de recreo de Hulot; con ella, inventa un paisaje sonoro totalmente nuevo. Luego está lo orgánico, el campo, los perros ladrando, la avispa molestando a François en su bicicleta, hasta la caída del cartero al río... Tati domina el arte del tempo: no hay un sonido, una nota, un silencio de más en el escenario. Pura sofisticación. Así que pruébalo esta noche: pon el disco, túmbate, cierra los ojos y escucha...