Detalles: En el contexto de la amplia y polifacética actividad creativa de Gian Francesco Malipiero (Venecia, 1882 - Treviso, 1973), la producción pianística representa una rama marginal, o al menos una que se desarrolló de forma menos sistemática. Sin embargo, existen una treintena de títulos —repartidos a lo largo de más de sesenta años— en los que las formas más típicas del lenguaje de Malipiero encuentran perfecta expresión: desde la melancólica inquietud de las primeras obras hasta la clara intensidad expresiva de las últimas. Malipiero no es pianista —en su juventud estudió violín con desgana y luego, durante un tiempo, fagot—, pero el piano siempre será su instrumento de trabajo. En el amplio estudio de la primera planta de la casa Asolo, rodeado de una vasta biblioteca, un piano de cola de la FIP (Fabbrica Italiana Pianoforti) será su compañero durante mucho tiempo. Son escasos los pianistas que interpretan mis obras para piano. Quizás sienten que el piano no me ama. Sin embargo, no le guardo rencor a este extraño enemigo mío; al contrario, me apasionan ciertos sonidos de piano, su brillo. Entiendo la poesía del teclado y las vibraciones del organismo sonoro más completo, pero el virtuosismo acrobático me repugna. El resultado, sin embargo, es un mundo imaginativo y coherente, uno de los más originales y singulares de la primera mitad del siglo XX en Italia.