Detalles: Calla son de Texas y se mudaron a Nueva York hace unos años. Su música es lenta y dinámica, con bajos profundos y mucho espacio y atmósfera. Los ritmos tienen un aire cajún pantanoso y narcotizado, con una guitarra con un twang de cuerpo hueco que serpentea y estalla en la mezcla con líneas características —a veces con aires Morricone, pero más auténticamente estadounidenses— muy blueseras, dramáticas y espaciosas. También utilizan texturas y ritmos electrónicos, con mucho gusto y sin artificios, lo justo para transmitir una sensación de dimensión y atmósfera cinematográfica. Las voces son suaves y tiernas, pero se destacan en la mezcla. Las canciones transmiten una sensación de desamor y vulnerabilidad, con la abstracción justa para evitar la sensiblería. Sin embargo, el tono del álbum se transmite con mucha pureza, sin ironía. La sensación de dolor que me produce su música me recuerda a Low, pero ellos la transmiten a través de medios completamente diferentes y no suenan para nada como ellos. Estas son canciones extremadamente bien escritas y orquestadas, con una amplia gama de dinámicas (que rozan lo teatral), desde un susurro cercano hasta austeros y repetitivos vamps de rock, siempre arraigados en un ritmo grave disciplinado, evitando la exageración a medida que avanzan hacia el crescendo. Se inspiran en elementos tradicionales y los filtran con una sensibilidad avanzada, a través de la electrónica, la sensación de espacio, su estética (a veces) minimalista y las yuxtaposiciones sonoras poco convencionales y cinematográficas. - Michael Gira