Detalles: Al escuchar este álbum, que reúne piezas compuestas entre 2013 y 2019, uno queda atónito por su gran homogeneidad estilística. El hecho de que todas estas obras estén pensadas para un ensamble instrumental (el 6 parece ser el número favorito de Diana Soh en cuanto al número de músicos que aparecerán en escena) proporciona una unidad tímbrica. Y, por supuesto, el hecho de que todas estas piezas sean interpretadas por el Divertimento Ensemble refuerza esta identidad acústica. Sin embargo, no solo la superficie sonora es homogénea, sino también la propia escritura musical. Aunque las partituras incluyen convenciones de notación suficientemente desarrolladas para los intérpretes, enseguida nos damos cuenta de que la música dista mucho de ser un simple derroche de técnicas espectaculares y extensas. La compositora se esmera en desarrollar y elaborar una paleta sonora bastante rica: observamos, por un lado, que esta paleta es bastante constante de una obra a otra, y por otro, que se utiliza sobre todo para determinar un léxico de lo que, en última instancia, es un número bastante limitado de objetos sonoros, que luego se combinarán de forma múltiple. La fuerte presencia de sonidos ruidosos no excluye la atención prestada a las alturas y a la consistencia armónica de la música. Sin embargo, cada una de las obras de esta colección confirma la predilección de Diana Soh por un lenguaje rítmico, ya que está ligado al gesto musical y a su potencial teatral. El corolario de este fuerte ritmo es una tendencia a neutralizar la dimensión del discurso melódico.