Detalles: La pianista Ekaterina Litvintseva recibió elogios de la crítica por su álbum solista en Piano Classics (PCL10226) de música para piano de Dora Pejacevic: «Te debes a ti mismo conocer a Dora Pejacevic si aún no lo has hecho». (Fanfare, mayo de 2022) Junto a sus colegas del Trío RoVerde, ahora se centra en la música de cámara de la compositora croata. La Sonata para violonchelo data de 1913, el mismo año en que Pejacevic escribió el primer concierto para piano de un compositor croata. Al igual que la Primera Sonata para violonchelo de Brahms y el Concierto para violonchelo de Elgar, está escrita en un melancólico mi menor, con un carácter anhelante que se establece desde el principio mediante una melodía cantabile de larga duración para la violonchelista. Pejacevic procede a desarrollar un diálogo apasionado entre el violonchelo y el piano a través de un manejo seguro de la forma sonata. La siguiente secuencia de miniaturas para violín y piano evoca el mundo del salón en sus títulos, pero la calidez schumanniana de las Romanzas Op. 22, de 1907, es reemplazada por un estilo a la vez más melancólico y refinado en la época de la Elegía, que escribió en el mismo año crucial (1913) que la Sonata para violonchelo. Siete años después, la Meditación Op. 51 no se refugia en el solipsismo, sino que pinta un esbozo de tres minutos de un mundo nuevo e incierto. De 1910, el Trío para piano en do mayor nos devuelve a un terreno más seguro. Pejacevic demuestra una notable sensibilidad al escribir para una compleja combinación de instrumentos: la potente escritura melódica para los instrumentos de cuerda contrarresta el peso de la parte de piano, que en cualquier caso está hábilmente afinada y marcada por la experiencia de la compositora como intérprete. Si la música de cámara de Pejacevic no ha ocupado su lugar en el repertorio estándar del Romanticismo tardío, es nuestra pérdida, una pérdida que un número cada vez mayor de interpretaciones y grabaciones como ésta están reparando tardíamente.