Detalles: Es fácil olvidar lo profundamente extraños que fueron los 90. A escala mundial, se produjo el colapso de la Unión Soviética y sus satélites del Pacto de Varsovia (¡Sputnik ha caído!). Cientos de millones de personas fueron arrojadas a las garras del caos económico y la miseria, y la Guerra Fría, que había proporcionado el marco definitorio para comprender el mundo durante el medio siglo anterior, se evaporó repentinamente. Los teóricos desventurados se vieron obligados a especular incluso sobre el "fin de la historia". ¡Qué confuso! A nivel local, era una época en la que uno podía sentarse con su padre mientras veía la NASCAR por televisión y escuchar "Natural One" de mis amigos de la música underground, Folk Implosion; su canción se usaba inevitablemente como música de fondo antes de la siguiente pausa publicitaria. ¡También confuso! Uno tiene la sensación de que también fue un poco confuso para John Davis y Lou Barlow, de The Folk Implosion. Estaban grabando Dare to Be Surprised, la continuación de su álbum debut de 1994, Take A Look Inside, cuando sucedió. El material de KIDS —el puñado de canciones y pistas instrumentales que habían contribuido a la banda sonora de la ahora infame película de Harmony Korine y Larry Clark— había sido una especie de diversión, pero fue mientras lo grababan en el venerable Fort Apache de Boston que conocieron a Wally Gagel. Una feliz coincidencia: Gagel era el ingeniero de sonido de turno el día que llegaron, pero encontraron en él a alguien cuya sensibilidad general, y, fundamentalmente, su entusiasmo por la nueva ola, coincidían con los suyos. Los resultados marcaron un cambio con respecto a los anteriores proyectos de Folk Implosion. La colaboración entre Lou Barlow, ya un veterano del indie rock con dos de las bandas más influyentes de la época, Dinosaur Jr. y Sebadoh, entre sus créditos, y John Davis, el antiguo bibliotecario cuyo esquelético trabajo solista combinaba figuras elípticas de guitarra con letras que evocaban a los poetas del lenguaje, pareció al principio una oportunidad para hacer tonterías que no habrían encajado con sus otros proyectos. Lo que salió de Fort Apache fue diferente: amanerado, melancólico, incluso con un toque de tontería (¡samplearon a Erik Satie, por Dios!). A falta de presupuesto para volver al estudio de verdad que les había proporcionado el concierto de KIDS, Folk Implosion se instaló en el pequeño estudio de grabación de Gagel en el South End de Boston. Había reglas, reglas nacidas de conversaciones francas. Nada de acordes. Nada de rasgueos. ¡Nada de indie rock! Pasaban las tardes en el parque escribiendo letras, intercambiando versos. Y durante un año de sesiones episódicas, un fin de semana aquí, unos días allá, un álbum cobró forma. Cuando "Natural One" triunfó, podría haber cambiado el cálculo: la oportunidad estaba ahí para desechar lo que habían estado haciendo y empezar de cero con dinero de una gran discográfica, pero optaron por mantener el rumbo, confiados en el proceso. Parece una pena, desde esta perspectiva, que Dare to Be Surprised estuviera destinado a vivir a la sombra del éxito de la banda sonora infantil, pero los 90 fueron una época extraña, y a veces costaba reconocer las cosas por lo que eran. Lo que esto representaba, ahora está claro, es el sonido de una banda que realmente estaba encontrando su lugar y forjando algo genuinamente nuevo en el proceso.