Detalles: En esencia, la música siempre ha sido un cuestionamiento de la herencia: un diálogo con predecesores y antecesores, la forja de una perspectiva propia en relación con lo anterior y, para algunos, una inmersión en los inmensos reinos intermedios. Para Steve Von Till, ese proceso siempre ha adquirido una dimensión adicional, convirtiéndose en la tarea más sagrada. Ya sea a través del apocalíptico ascenso de Neurosis, las deconstrucciones sonoras de su proyecto hermano, Tribes Of Neurot, la invocadora intimidad de sus álbumes solistas homónimos o sus ensoñaciones psicodélicas instrumentales bajo la forma de Harvestman, ese diálogo nunca se ha limitado a las influencias musicales, sino a lo que las sustenta: las fuerzas primordiales y elementales, ahora desterradas a las periferias de nuestra conciencia contemporánea, pero que aún transmiten una señal para todos los que quieran escuchar. El primero de un ciclo de tres álbumes, Triptych: Part One, es el proyecto más ambicioso de Harvestman hasta la fecha. Atraído por los megalitos, las ruinas y los sitios antiguos que se trazan a lo largo de los paisajes geográficos y psíquicos del continente británico y europeo, el folclore y los apócrifos que siempre resurgen como portales de un mundo racional, Triptych es una meditación forjada a partir de rastros y residuos, y un recuerdo alucinante de artistas que han aprovechado esa perdurable extramundanidad incrustada en todos nosotros. Es un diario de sueños que narra un pasaje a través de Summer Isle donde Flying Saucer Attack flota desde una ventana, una distante Fairport Convention está siendo remezclada por el maestro del dub Adrian Sherwood, los escáneres celestiales Tangerine Dream intentan acallar a Bert Jansch y Hawkwind interpreta versiones de Steeleye Span, todo extraído del tiempo pero ligado a su singularidad.