Robo de tumbas, tortura, monjas poseídas y un aquelarre satánico: la legendaria película muda de Benjamin Christensen utiliza una serie de viñetas dramáticas para explorar la hipótesis científica de que las brujas de la Edad Media sufrieron la misma histeria que los pacientes psiquiátricos de principios del siglo XX. Lejos de ser una disertación árida sobre el tema, la película en sí misma es una mezcla de terror, asco y humor negro. La combinación de géneros de Christensen anticipa el terror gótico, la recreación documental y el cine-ensayo, creando una experiencia sin precedentes en la historia del cine.