Detalles: John Andrews es casi un secreto a voces en un sector de la escena musical: un músico y animador versátil. Abandonó la escuela de cine y su obra se inclina tanto hacia la tradición como hacia la antiestética marginal. Lleva más de una década en el circuito DIY, tocando en sus primeros conciertos en casas junto a sus entonces prometedores colegas Weyes Blood y Daniel Bachman. Hoy en día, sigue proyectando sus esbozadas animaciones dibujadas a mano durante sus actuaciones en cafeterías, pequeñas galerías y locales no tradicionales. El enfoque pictórico de Andrews introduce al oyente a su versión de la ciudad de Nueva York, el lugar al que estaba destinado a llegar tras años viviendo en pueblos agrícolas de Pensilvania y graneros de New Hampshire. El mundo que ha imaginado aquí rebosa de vitalidad artesanal: momentos íntimos vistos desde el interior, mirando hacia el exterior desde pequeños restaurantes, teatros y los remansos de paz que se encuentran en las esquinas turbulentas y sucias de las calles. Love For The Underdog, su acertadamente titulado cuarto lanzamiento con el sello Woodsist, fue grabado en vivo en varios estudios y apartamentos del Empire State con la ayuda de sus compañeros de banda en la banda de gira de Cut Worms, Max Clarke, Keven Lareau y Noah Bond. Melodías vibrantes se apoyan en arreglos de cuerdas atemporales, traducidos de la cabeza de Andrews a la página con la ayuda de su amigo Simon Hanes. El cuarteto de cuerda sigue la tradición de Françoise Hardy, Harry Nilsson, Margo Guryan y Belle and Sebastian, dándole al conjunto una atmósfera cinematográfica con las sombras crudas de una pintura de Edward Hopper. Las letras entrelazan narrativas de héroes cínicos y amantes atormentados. Ponga el disco y acomódese en las desgastadas butacas de terciopelo rojo del teatro; cuando las luces se apaguen y el parpadeo de los proyectores ilumine el título: Love For The Underdog, sin duda.