Detalles: Las canciones folk de Le Ren, conmovedoras y desgarradoras, parecen, al principio, conectar con una memoria musical compartida. Una melodía se arremolina en el aire y estás seguro de que la recuerdas en el fondo de tu mente; ¿fue de una película que viste, de algún clásico de mediados de los 60? Quizás sea algo que escuchaste de niño, en el asiento trasero del Cutlass de tu madre, o en el asiento del copiloto de tu propio coche. Pero antes de que puedas enfocar la atención a través de la niebla, tu corazón se desgarra por su voz —rica, directa y meliflua— que te guía a través de estas melodías lentas sobre la pérdida de la vida real. "Hablar de composición es como cuando alguien te pregunta por tu tatuaje", dice Lauren Spear, de 26 años, la única voz y compositora detrás de Le Ren, de Montreal. "Lo expones, lo muestras en público, justo en tu brazo. Luego, cuando alguien te pregunta 'Oye, ¿qué significa ese tatuaje?', te sorprende tener que explicarlo, ya que es una decisión que sientes esencial para un momento particular". Hace dos años, el exnovio de Spear falleció en un accidente de coche. Desde entonces, ha estado lidiando con el peso inconmensurable de ser la única guardiana de sus recuerdos compartidos y, como respuesta, ha plasmado una pequeña parte de esa experiencia en música. Su EP, Morning & Melancholia, es una reflexión sobre el duelo, la memoria y cómo vivir con las elipsis que quedan para siempre tras una pérdida. La forma en que Le Ren es capaz de mirar la tragedia directamente a los ojos y nunca dejar que su voz tiemble se debe a varias cosas. Criada en la isla rural de Bowen, Columbia Británica, el estilo de vida aislado le permite cierta dedicación independiente al arte que es evidente en sus actuaciones. Spear ha estudiado folk y bluegrass desde su adolescencia, participando en talleres y festivales por toda Norteamérica. Se puede percibir en su perspicacia el magnífico formalismo folk de las heroínas canadienses Kate y Anna McGerrigle. Pero no es todo rigor y agudeza lo que hace que la música de Le Ren sea tan impresionante. También se crió con la Santísima Trinidad de los compositores John Prine, Neil Young y Bob Dylan, y su enfoque curioso, inexpresivo y cósmico ante los golpes más brutales de la vida también alimenta la sensibilidad de Le Ren. Sus versos líricos son tan simples como devastadores. "Así que aquí estamos, al final de todo // Supongo que aprendí demasiado tarde // que el amor no puede ser la única razón para quedarse", canta en la canción final, "Love Can't Be the Only Reason To Stay". Es desgarrador, pero firme. Y casi se puede oír la leve sonrisa en una comisura de su boca mientras canta, la sonrisa cómplice de quien conoce el dolor real, sabe que seguramente hay más por venir, pero que también sabe que no borra la belleza humorística y perdurable de la vida.