Detalles: El proyecto Nighttime de Eva Louise Goodman se sitúa en un árbol musical plantado en las Islas Británicas, en la cima de la rama del folk que se inclina hacia el rock de los 60. Su entorno en el norte del estado de Nueva York no se aleja mucho de esa imagen. Con percusión templada, mellotrón flotante y voces que evocan a Bleecker & MacDougal en una ferviente tarde de sábado, su nuevo álbum Keeper Is The Heart se adentra en la esencia de músicos como Vashti Bunyan, Sibylle Baier y Pentangle, descomponiendo las décadas en un sonido profunda y extrañamente moderno. Durante sus años de trabajo con Mutual Benefit, Goodman se enamoró de la vida en la carretera y de la energía colaborativa de una banda. En este tercer álbum de Nighttime, canaliza estas experiencias en su propia música. El recorrido creativo, desde la composición hasta la grabación y la mezcla, la impulsó a profundizar en su identidad, a la vez que expandía su sonido. En el proceso, dejó de lado sus orígenes lo-fi y se desafió a sí misma a lograr la misma intimidad con una producción más grande. Como la mayoría de los caminos de autodescubrimiento, el viaje comenzó con un desplazamiento. En octubre de 2019, Goodman se propuso grabar el álbum sola, mientras cuidaba gatos en el apartamento vacío de una amiga en Brooklyn. En lugar de grabar, se sintió atraída por el jardín descuidado, donde pasaba los días escuchando música y leyendo diarios viejos. Charlie Megira, The Incredible String Band y Roy Montgomery invocaron el espíritu del álbum, al darse cuenta de que sería necesario un enfoque nuevo y más colaborativo para dar vida a las canciones. En marzo de 2021, tras un año de pandemia inmersa en la experimentación y composición sonora, entró en el estudio del ingeniero de grabación Rick Spataro (Florist) en el norte del estado de Nueva York. Juntos, Spataro y Goodman se lanzaron a la creación del álbum, grabando una canción al día, dejándose guiar por la chispa y la emoción de la espontaneidad. «Siempre me han fascinado las artes 'automáticas'», dice Goodman, «donde las cosas se crean intuitivamente y sin premeditación, desde el subconsciente». En este contexto, trabajaron con desenfreno, superando la pesadez de canciones escritas años antes con la misma energía que canciones que aún no estaban completamente desarrolladas. Arriesgando, improvisando, buscaron despojarse de la pretensión y eludir el perfeccionismo a toda costa.