Detalles: Kadi Yombo, publicado en 1989, es el álbum más exitoso en la búsqueda de una fusión entre tradición y modernidad en la música de arpa Bwiti del pueblo Tsogho de Gabón. Combinando sonajas con una capa de sintetizadores, Papé Nziengui fusiona un diálogo contrapuntístico característico de la interpretación del arpa: canto masculino como súplica y coro femenino como respuesta, voz masculina del arco musical y ritmos de adoración femenina. Pero sobre todo, es música ritual Tsogho y orquestación moderna de estudio. El resultado es un itinerario iniciático de 10 piezas musicales que constituyen hitos que probablemente serán escuchados, bailados, meditados y pronto aclamados simultáneamente. Desde entonces, Nziengui ha viajado por el mundo, de Lagos a París, de Tokio a Córdoba, de Bruselas a Ciudad de México, para convertirse en un verdadero ícono, el emblema de la música gabonesa. Al igual que Bob Dylan, el folk electrizante y Bob Marley, que mezclaba rock con reggae, algunos puristas han criticado a Nziengui por haber distorsionado la música de arpa al imponer una combinación con instrumentos modernos. Incluso llegaron a afirmar que Nziengui era un arpista promedio que ocultaba sus defectos con trucos que solo servían para impresionar a los neófitos, como tocar un arpa boca abajo a la espalda o tocar dos o tres arpas simultáneamente. Sea por convicciones sinceras o difamaciones venenosas, Nziengui nunca cedió ante tales ataques, imponiéndose, por el contrario, a rendir homenaje a los mayores (Yves Mouenga, Jean Honoré Miabé, Vickoss Ekondo) mientras instruía al máximo de jóvenes. Es, por lo tanto, el promotor de muchos jóvenes talentos, el más destacado de los cuales es, sin duda, su sobrino Jean Pierre Mingongué. En una sociedad conservadora donde lo sagrado se confunde con el secreto, exponer los misterios del Bwiti a plena luz del día puede ser castigado con la exclusión o incluso la ejecución. Papé Nziengui siempre ha afirmado que corre tales riesgos porque nunca se sintió esclavizado por una comunidad que gobierna su vida, que regula su conducta, que tiene derecho a censurar sus actividades. Al igual que Ravi Shankar, el famoso sitarista, Papé Nziengui es un hombre de ruptura pero también de apertura, un transmisor de cultura. Como prueba de ello, se ha establecido en Libreville, la capital de Gabo, como el arpista principal en sesiones y conciertos, acompañando a los más grandes artistas nacionales (Akendengué, Rompavè, Annie-Flore Batchiellilys, Les Champs sur la Lowé, etc.) así como a artistas extranjeros (Papa Wemba, Manu Dibango, Kassav', Toups Bebey, etc.). En 1988, fue el primer arpista en publicar un álbum en casete producido por el Centro Cultural Francés (Papé Nziengui, Cantos y Músicas Tsogho). Simultáneamente, creó su propio grupo (Bovenga), combinando instrumentos de música tradicional (arco, tambores, diversos instrumentos de percusión, etc.) en el marco de una auténtica orquesta nacional, que ofreció el primer concierto y las primeras giras de una música tradicional moderna y dinámica, democratizando así el arpa, para consternación de ciertos puristas. Por otro lado, en la música moderna, dominada por la lógica del lucro o incluso del comercialismo, la creación artística a menudo debe ajustarse a un público específico, basándose en la razón más que en el corazón. Pero en lugar de dejarse distorsionar, Papé Nziengui siempre ha intentado producir música que no sea una caricatura, digna, tanto en su expresión como en su contenido, de la sacralidad y la trascendencia de la música de los Orígenes. Esto es lo que hace de Nziengui –no sólo el músico, sino el hombre– alguien cuya edad no ha alterado nada de su frescura o autenticidad.