Detalles: Este programa reúne a compositores que, en su mayoría, se vieron obligados a huir de su patria. En 1920, Ivan Wyschnegradsky se refugió en París, donde escribió para piano de cuarto de tono en una época en la que, en Rusia, la más mínima disonancia se consideraba una provocación política. Andrzej Panufnik abandonó su Polonia natal en 1954. Alfred Schnittke se estableció en Hamburgo en 1990, ocho años antes de su muerte, tras haber pasado la mayor parte de su vida en la Unión Soviética. Aunque Schubert nunca abandonó Viena, el dolor y la soledad de su exilio interior son palpables en su música. Finalmente, el virtuoso violinista belga Eugene Ysaye emigró a causa de la Primera Guerra Mundial y fue en Estados Unidos, en 1917, donde escribió el melancólico poema musical aquí grabado, al que tituló ¡Exilio! ¿Es el exilio solo dolor y aislamiento, o también una fuente de inspiración que, con la música, expresa lo que las palabras no pueden expresar, actuando como el refugio definitivo? «Escuchemos lo que tienen que decir», sugiere Patricia Kopatchinskaja, ella misma «desarraigada para siempre». La acompañan el violonchelista Thomas Kaufmann y sus amigos de la Camerata Bern.