Detalles: Devour marca el cuarto álbum de larga duración del proyecto Pharmakon de Margaret Chardiet y su producción más intensa hasta la fecha. Al igual que sus álbumes anteriores, Devour viene con un concepto fuerte que se exorciza a lo largo de las cinco pistas demoledoras en el álbum, utilizando imágenes y lenguaje de autocanibalismo como alegoría de la naturaleza autodestructiva de los humanos. Cada una de las cinco canciones se hace eco de una etapa de duelo asociada con esta cámara cíclica de autodestrucción y el caos que nos rodea que nos lleva a devorarnos a nosotros mismos en un intento de equilibrar la agonía. El álbum fue grabado por Ben Greenberg (Uniform) y es el primer álbum de Pharmakon grabado en vivo en estudio. Los lados A y B se grabaron cada uno como una toma continua con voces de principio a fin, lo que marca un proceso totalmente nuevo para la artista que permite que la ferocidad e inmediatez de su actuación en vivo resuenen en todo momento. Devour también explora nuevos territorios sonoros, con electrónica más densa, ganchos más groove y momentos de sus entregas vocales más desquiciadas hasta la fecha. Como una de las principales vanguardias de la electrónica industrial y de potencia moderna, Chardiet impulsa continuamente los géneros y a todos los involucrados en ellos, y con el lanzamiento de Devour, ha vuelto a cambiar las reglas del juego. Declaración del artista: «Devour» utiliza la autocanibalización como alegoría de la naturaleza autodestructiva de los humanos; a escala celular, individual, social y de toda la especie. En nuestras células, nuestras mentes, nuestra política y nuestra especie, los humanos nos autodestruimos. Pero este comportamiento no ocurre en el vacío. Es una respuesta instintiva e interna a un mundo de creciente violencia, codicia y opresión externa. Volver estas heridas hacia nosotros mismos puede verse como un intento de «equilibrar la retroalimentación», dentro de un ciclo infinito de retroalimentación positiva de causa y efecto. Con esta perspectiva, la culpa no recae en el individuo, sino en el mundo con el que debe lidiar, y en una sociedad diseñada para fallarle, para mantenerlo retorcido y gimiendo, infligido por un hambre devoradora que inevitablemente se vuelca en sí mismo. Quienes los enfrentan entre sí sonríen desde la barrera, con la barriga llena. Quienes ven más allá del velo necesitan oscurecer la horrible visión por cualquier medio necesario, pero el respiro siempre es breve; nada puede apagar el resplandor que se esconde tras el velo. Este álbum está dedicado a todos los que se perdieron en su propia muerte, a todos los que han sido institucionalizados; ya sea en prisión, centros psiquiátricos o rehabilitación de drogas. Es para todos aquellos condenados al ostracismo y aislados de una totalidad que los devora vivos en un sistema de castas autocanibalizante. Aquí, donde mártires, esclavos y farmacéuticos no son erradicados, sino simplemente llamados por otro nombre. SOBRE LA SUPERFICIALIDAD DE LA CORDURA... Estar bien adaptado a este sistema implica ser ajeno e insensible. Esto es para el resto de nosotros, quienes entendemos que el caos, la locura, el dolor e incluso la autodestrucción son respuestas naturales e inevitables a un mundo injusto y repugnante de nuestra propia creación.