Detalles: Proveniente de un lugar más simple, esencial e inocente, el héroe no entendía la mayoría de los avances. Desde una perspectiva aérea, vio que un buen porcentaje de las vibraciones terrestres se concentraban en cuadrados muy pequeños, y llegó a creer que este mundo era muy prescindible y de corta duración. Su opinión no era sobre nada bueno ni malo, sino simplemente la verdad. Las máquinas —observó—, aunque obedecen a la voz de su amo, son despreciadas y celosas a más no poder. Y así se narra la historia mientras surfea en la tabla de Shabazz Palaces, con su robusta base inclinada para despegar en una nueva trayectoria. Hay sangre nueva, espacio y espacio para ser diferente, tener diferentes recursos, arte diferente, diferentes formas de hablar y también abrir un espacio interior para hacer algo nuevo. Hay páginas y dibujos, color, rostros y diálogos entintados en antiguos jeroglíficos futuristas. Hay escalas y hay melodía, y hay días soleados y hay oscuridad, pero eso —cabe destacar— para el Palaceer no es falta de iluminación ni brillo. Quizás sea oscuro, pero siempre hay optimismo y alegría, una oscuridad brillante y también plena y esperanzadora.