Detalles: El industrialista londinense Luke Younger describe la creación de su última colección, Axis, como un regreso liberador a las raíces: "Fue como volver al principio, una sensación de liberación". Iniciada antes de la pandemia como banda sonora para un espectáculo de danza, la visión inicial era algo "visceral, con el movimiento físico en mente". Cuando el proyecto entró en pausa indefinida, reimaginó el material en el contexto de un LP, conservando su dinamismo físico. El resultado es sombrío y conmovedor, latidos mareantes que se tambalean en un espacio de techo bajo, azotado por un estruendo metálico, un vapor silbante y espirales de bruma granular. Ruido en su forma más elevada y cautivadora, tanto para el cuerpo como para la mente. La inmediatez única del álbum proviene de la musa instintiva de Younger, que reactiva los métodos crudos con energía renovada. "Volví a trabajar con técnicas de ruido: equipos más primitivos, efectos baratos, micrófonos de contacto, cajas de ruido". Las contribuciones de artistas invitados clave como Lucy Railton (violonchelo), Mark Morgan de Sightings (guitarra), Alex Tucker (voz) y el legendario John Hannon (violín) enriquecen aún más la vibrante paleta musical del disco. Aunque la mitad de los temas se empezaron antes de la pandemia en el estudio de Hannon en Essex, el resto se terminó en la cocina y el salón de Younger durante el confinamiento. Los temas finales se enviaron al veterano especialista en mezclas Randall Dunn, quien perfeccionó aún más el material, añadiéndole una vívida calidad espacial. Desde el metrónomo infernal de "Moskito" hasta el pulso insectoide de zona de guerra de "Repellent", pasando por la hirviente resaca orquestal de "Axis", esta es música de gravedad ominosa y mundos en peligro. Pero es el tema de cierre, "Tower", el que Younger describe como "quizás la pieza musical más dramática que he creado". Un descenso acechante y ennegrecido, conjurado por teclados, guitarra y wah-wah de agujero de gusano, la melodía hierve a fuego lento y crece hasta explotar repentinamente en un caos de blast beats distorsionados. De sus cenizas, el riff de tres notas regresa lentamente, como un exorcismo de sintetizador en una mazmorra astral, elevándose en un arco abrasador hacia la inmolación frenética antes de desvanecerse finalmente en fuego blanco y susurros de ultratumba.