Detalles: Tiny Ruins, el proyecto de la música neozelandesa Hollie Fullbrook, regresa con su cuarto álbum, Ceremony, publicado por Ba Da Bing Records. Tras el aclamado Olympic Girls de 2019, Ceremony profundiza en los antiguos y turbios misterios de lo que significa ser humano, y a veces casi se hunde. Sin embargo, estas canciones también muestran cómo uno puede encontrar la fuerza para salir a nado del naufragio, abrirse paso entre el cieno y emerger a un nuevo amanecer, a una nueva oportunidad. Ceremony te arrastra como una marea fuerte; sus canciones son "capítulos" de una saga ambientada en las orillas del puerto de Manukau de Tamaki Makaurau (también conocido como el de Auckland). Conocido por los lugareños como "Old Murky", su periferia occidental de la cordillera Waitakere alberga a Fullbrook. Y aunque el puerto en sí es una masa de agua peligrosa y a menudo contaminada, al dirigirse a una de sus muchas y tranquilas ensenadas, encontrará marismas, mariscos y aves. "Es hermoso, pero también fangoso, sucio y abandonado. Es un verdadero encuentro entre la naturaleza y la humanidad", dice Hollie. Las canciones del álbum tomaron forma mientras exploraba el turbulento paisaje a pie con sus dos perros. Lo que impactó a Fullbrook allí está anotado en Ceremony (portada de Christiane Shortal) con la luminosidad de un álbum de recortes naturalista. Tras dieciocho meses de gira con Olympic Girls, tanto en solitario como con su banda de larga trayectoria, compuesta por Cass Basil (bajo), Alex Freer (batería) y Tom Healy (guitarra eléctrica, productor), Fullbrook regresó a casa, a las orillas de Little Muddy Creek, exhausta y con la pandemia mundial a la vuelta de la esquina. Las canciones que se convertirían en Ceremony existían como archivos de notas, "poemas fragmentados", palabras escritas previamente durante un profundo período de pérdida personal, palabras provenientes de un "lugar difícil" que se había vuelto experta en evitar. Cuando el confinamiento empezó a relajarse, Fullbrook se alojó en un viejo vagón de tren en el pueblo de Raglan y pasó varios días forjando estas letras contundentes en canciones. La conexión intuitiva con sus compañeros de banda encaminó estas primeras maquetas hacia otra dirección, con arreglos ingeniosos, a menudo alegres, que asientan las canciones contundentes de Fullbrook en una cálida y feliz base sonora, estabilizada en una especie de caída de confianza musical.