Detalles: Lanzamiento de 2017 de la cantautora. A veces puede llevar años encontrar tu vocación. No es así para Julie Byrne, cuyo poder de expresión lírica y olfato musical parecen innatos. Su segundo álbum, Not Even Happiness, ha evolucionado a su propio ritmo. Abarca recuerdos de bulliciosos restaurantes de carretera, las estrellas sobre el desierto, el doloroso cansancio del cambio, las flores silvestres de la costa californiana y los misterios irresolubles del amor. Aprendió a tocar la guitarra por su cuenta, tras haberla empezado cuando su padre enfermó y ya no podía tocar, Byrne también admite que no sabe leer música y que ni siquiera la escucha con frecuencia; su propio vinilo fue el primero que tuvo. Sin tener las palabras adecuadas, le describiría a [el productor] Eric Littman (Phantom Posse) y Jake Falby (quien contribuyó con las cuerdas) la sensación que quería que una canción evocara, o intentaría cantar lo que tenía en la cabeza. Aunque, en general, sus contribuciones al disco son completamente su propia visión y su propio poder. Tras Rooms With Walls And Windows (2014), aclamado por la crítica, este lanzamiento ofrece una visión más amplia a través de una exploración más amplia de instrumentos y atmósferas, revelando a un artista que ha ganado confianza con el tiempo. Ya sea contemplando el Pacífico Noroeste por primera vez ("Melting Grid"), el cielo matutino en las montañas de Boulder ("Natural Blue"), un viaje perfumado con agua de rosas o leyendo a Frank O'Hara en voz alta desde el asiento del copiloto durante un viaje por el desierto de Utah hacia la selva tropical del estado de Washington ("The Sea As It Glides"), Not Even Happiness es la cautivadora oda de Byrne a los límites de la vida.