Detalles: Nikolai Tcherepnin (¡no confundir con su hijo Alexander!) representa una generación de compositores que no solo combinaron dos épocas diametralmente opuestas —los siglos XIX y XX—, sino que también siguieron la senda del cambio estilístico que condujo del Romanticismo tardío al impresionismo y del impresionismo al modernismo. Su nombre representa no solo la cultura de su Rusia natal, sino también, en igual medida, el arte de Europa occidental, y especialmente el de Francia. En el preludio sinfónico Princesa Lointaine, una breve obra temprana, Tcherepnin desarrolla su estética compositiva, y ya se detecta lo que más tarde sería un elemento dominante en sus obras de madurez: un interés por las leyendas y las sagas. La música de ballet para Narciso y Eco constituye el eje central de este álbum. Tcherepnin materializó las ideas subyacentes del diseñador Léon Bakst y el coreógrafo Michel Fokine en su partitura, y lo hizo no solo de forma ilustrativa, sino también a través de la fuerza de sus propios recursos expresivos. Las gradaciones de color que Bakst descubrió como solución óptica, a veces el contraste entre los principios dionisíacos y apolíneos, y el contraste entre el brillante atuendo de los boetos y el color oscuro y apagado de la ninfa Eco, que lamenta su amor no correspondido, se reflejan en la cambiante coloración orquestal de la música. La música de Tcherepnin, en parte impregnada por las vocalizaciones de un tenor y un conjunto vocal, se convierte en un tema brillante y de gran belleza pictórica. Se trata de una antigüedad estilizada con una exquisitez, belleza y refinamiento integrados en un culto, y estas características sitúan la partitura de Narciso —uno de los monumentos artísticos estéticos más interesantes de principios del siglo XX— en la proximidad del impresionismo y el modernismo.