Detalles: En la generación posterior a Paganini, Antonio Bazzini (1818-1897) se alzó con una reputación inigualable por su ágil digitación y asombrosas prestidigitaciones con el violín. Como virtuoso violinista y compositor, fue un producto de su tiempo y lugar, trabajando en una cultura musical dominada por la ópera. Su «Danza de los Duendes» ha sido durante mucho tiempo un pilar del repertorio de recitales para violinistas que buscan dejar a su público boquiabierto, pero sus transcripciones son piezas mucho más elaboradas y extensas. Reinterpretan no solo algunos de los pasajes más representativos de la ópera italiana del siglo XIX, sino también muchos temas y arias que ahora resultan menos familiares. Bazzini encontró en las óperas de Bellini una fuente de inspiración particularmente fructífera, escribiendo nada menos que tres fantasías independientes sobre temas de La sonnambula a lo largo de su carrera, así como piezas basadas en Norma, I puritani, La straniera, Beatrice di Tenda, Il pirata y (con tan solo 16 años) I Capuleti ei Montecchi: una obra asombrosamente vívida y precoz, interpretada aquí con maestría soberana por la joven violinista rumana Anca Vasile Caraman. Acompañado aquí por el pianista mantuano Alessandro Trebeschi, Caraman impresiona igualmente en las extensas e improvisadas versiones de Bazzini de momentos culminantes de Lucia di Lammermoor y Anna Bolena de Donizetti. Tras una actitud fría hacia el joven Verdi, Bazzini quedó posteriormente cautivado por el genio de La traviata, que dio lugar a una fantasía con aires de concierto, así como a fantasías no menos exigentes técnicamente sobre Atila y Los masnadieri. En estas obras, al igual que en las tres fantasías sobre temas del Saffo de Pacini, Bazzini emula a Franz Liszt al aventurarse mucho más allá de la fidelidad literal a las notas, hacia una fidelidad expresiva a los dramas originales.