Detalles: Los ciclos habituales de crecimiento y decadencia —derrumbarse, reunir fuerzas para levantarse, tropezar, volver a empezar— pueden resultar desconcertantes, como mínimo, pero, según Debby Friday, sus tragedias y glorias merecen ser saboreadas. Perder ilusiones, ganar expectativas; sumergirse en el íntimo y complejo caleidoscopio de lo posible y lo inútil: GOOD LUCK, su álbum debut, supernovato, se basa en acoger las complicadas caídas y las altas cumbres del viaje con algo más parecido a la gracia. Nacida en Nigeria y luego emigrada a partes de Canadá, desde Montreal hasta Vancouver y Toronto, los viajes de Debby Friday por el espacio y el tiempo comenzaron realmente al caer el sol. La vida nocturna fue su emancipación de la dureza de la vida familiar, y se sumergió en ella en cuerpo y alma, totalmente seducida. Raves hasta el amanecer; música house en sótanos y almacenes desconocidos: el encanto de la fiesta era la vía de escape perfecta. Sin embargo, las cosas que se sienten bien a veces se desmoronan. En 2017, después de pinchar durante menos de un año, nada salía como ella esperaba. Así que recogió sus cosas y se embarcó en lo que sería la primera de varias historias de su paso a la adultez. Tras tomar la decisión de frenar en seco, se forjó nuevos caminos. Los tutoriales nocturnos de YouTube sobre producción musical dieron lugar a un EP, BITCHPUNK, y BITCHPUNK la llevó a sus primeras actuaciones públicas, y todo eso dio paso a un segundo EP, DEATH DRIVE. Su arte le dio la fuerza que necesitaba para seguir adelante. «Para esto nací», dice. «Me llegó de forma natural e instintiva». ¿Qué se necesita entonces para perfeccionar ese poder? Disciplina: rutinas, rituales; una maestría en Bellas Artes, prácticas de escritura, cine y música que guían a la persona día a día, pero también algo cercano al misticismo. El estudio serio de Debby de astrología, psicología y filosofía le permite explorar el mundo, conectar con los demás y acercarse a su interior. Cree en lo que emerge. Cree en hacer consciente lo inconsciente. Quiere dialogar con la oscuridad. Es por eso que GOOD LUCK funciona como un estudio de la entropía. En la superficie, se perciben destellos del dub deslumbrante de Santigold, el aplastante MIDI de Death Grips, pero de forma menos obvia, la lastimera voz de directores como Eric Rohmer o la grotesca decadencia de la Sylvia Plath de una época posterior. (El compositor Graham Walsh, nominado a los premios Juno y Polaris, añade cierto peso y atractivo a la flexibilidad de género que se exhibe aquí: imagínenselo como una mezcla de Sevdaliza y FKA Twigs). Sin embargo, pocos lo hacen como ella, y GOOD LUCK abarca desde temas lúcidos, acid house y de BPM alto, hasta melancolía y oscuridad, pasando por un impactante falsete pop con seguridad y aplomo. El álbum GOOD LUCK se coedita con un cortometraje homónimo, codirigido por FRIDAY y Nathan de Paz Habib (entre sus trabajos anteriores se incluye Eroica, basada en la novela homónima de Chino Amobi). Es una historia de individuación. Es una historia de amor entre una mujer y su amado enmascarado, pero más allá de la imagen que la acompaña, pero que es independiente, es una investigación voluntaria y anhelante sobre lo que sucede tras el velo de la tristeza, de la crueldad. Porque conocer la oscuridad es la única manera de comprender la luz, pero también los grises, los azules y los estados intermedios. Las exploraciones de FRIDAY en GOOD LUCK, ahondando en la suciedad de los matices, son una especie de valentía.