Detalles: "Soy solo un fuego", canta Emily Wells en su álbum Regards to the End, con su etéreo trino flotando sobre un fondo de tambores. "Quema todo lo que veas". Y así lo hace, en una nueva obra que arde y abrasa, hiriendo e iluminando a partes iguales. La polímata compositora, productora y videoartista explora la crisis del sida, el cambio climático y su experiencia vital —como música queer de una larga tradición de predicadores, viendo el mundo arder— en canciones impecablemente estratificadas pero sobrias que incitan al oyente a sintonizar, actuando como un imán para nuestra atención. Wells, multiinstrumentista con formación clásica en violín, suele pensar en conjunto al componer. Junto con un grupo de colaboradores, entre ellos su padre, trompista y exministro de música, construye las canciones de Regards to the End a partir de estratos deliberados de voz, sintetizadores, batería, piano, instrumentos de cuerda (violín, violonchelo, contrabajo) e instrumentos de viento (clarinete, flauta, trompa). La música es evocadora en parte porque la experiencia auditiva es sonora y conmovedora. La vida —insalubre, hermosa, persistente, fugaz— se expande en cada nota.