Detalles: En Songs From A Thousand Frames Of Mind, el caleidoscópico álbum debut de Kate Bollinger, todo reside en los pequeños detalles. "Cuando grabo una canción", observa la compositora nacida en Charlottesville y residente en Los Ángeles, "mi indicio de si vale la pena intentarlo es si veo una película en mi cabeza que la acompañe". Combinando la composición clásica del pop con un toque punk desenfadado, Bollinger crea una visión a modo de collage que resulta memorable al instante y singularmente desconcertante. Desde canciones folk caseras hasta un rock psicodélico con una cálida interpretación, al estilo de los primeros Rolling Stones, liderado por Hope Sandoval, el álbum resultante puede sentirse como hojear la colección de discos de tu mejor amigo, encontrando una nueva canción favorita con cada descubrimiento. Para lograr esta majestuosa mezcla de estilos, Bollinger dedicó años a cultivar material, desafiándose a sí misma a trabajar con nuevos colaboradores mientras viajaba por todo el país, desde su natal Virginia hasta California. Evolucionando el enfoque hermético de sus primeros EP y actuaciones en solitario, llegó a un sonido más completo basado en respuestas intuitivas y energía del momento. "Llegué a la conclusión de que la mayor parte de mi música favorita es el resultado de amigos, o músicos que se conocen desde hace mucho tiempo, que se reúnen y tocan en vivo en una sala", observa. Armada con un sinfín de estribillos y texturas increíblemente cambiantes, Bollinger puede parecer tanto una compositora como una autora de cine independiente, creando la banda sonora y la escenografía de una película inexistente. (Acertadamente, Bollinger estudió cine en la universidad y también dirigió el impactante videoclip del reciente sencillo de Jessica Pratt, "World on a String"). Varios momentos destacados del disco fueron coescritos con el genio de Spacebomb Records, Matthew E. White, como la joya del jangle-pop "Any Day Now" y la teatral "I See It Now". Tras meses componiendo en Richmond y Los Ángeles, Bollinger viajó al norte del estado de Nueva York para grabar con el productor Sam Evian (Big Thief, Blonde Redhead, Cass McCombs), con quien desarrolló una estrecha relación. Junto a su viejo amigo y baterista Jacob Grissom, formó un grupo de colaboradores muy unidos capaces de reflejar su amplia inspiración, que abarca desde íconos de los 60 como Françoise Hardy y Velvet Underground hasta referentes de los 90 como No Doubt y Pavement. "De alguna manera, este álbum se siente como mi debut musical. Siento que por fin he podido expresar todas mis facetas en un solo disco". Para Bollinger, el tejido conectivo entre este material tan dispar suele ser tácito, pero siempre profundamente sentido. "Escribir canciones es como soñar", explica. "Ambas tienden a revelarme lo que aún no sé conscientemente. Pensé en el título del álbum antes de que se escribieran la mayoría de las canciones, pero se convirtió en una profecía autocumplida, como suele ocurrir en gran parte de mi música". Como letrista, Bollinger se expresa a través de imágenes sutiles y narrativas surrealistas de flujo de conciencia, permitiendo a los oyentes llegar a su propia interpretación. Cuando aborda el auge y la caída de las relaciones románticas, su escritura tiene una cualidad casi terapéutica. En la cadenciosa y empática "To Your Own Devices", sigue una melodía soleada para ofrecer una serie de observaciones susurradas en segunda persona: "Ahora estás en apuros/El espejo te hace estremecer", canta. "¿Y todo este tiempo, no tenías sentido?"