Detalles: En su cuarto álbum homónimo, La Luz se lanza a un nuevo reino de intimidad emocional para una colección de canciones impregnadas de los misterios del mundo natural y la magia de la química humana que ha encontrado manifestación en la percepción extrasensorial musical entre la guitarrista y compositora Shana Cleveland, la bajista Lena Simon y la tecladista Alice Sandahl. Para ayudar a dar forma a La Luz, la banda encontró un alma gemela en el productor Adrian Younge. Aunque conocido principalmente por su trabajo con artistas de hip-hop, soul y jazz, Younge vio en La Luz una visión compartida que trascendía el género. "Ambos creamos música con la misma actitud, y eso es lo que me encanta de ellos", dice. "Nunca temen arriesgarse y su estilo es cautivador. Fue un honor trabajar con ellos". El resultado es un álbum que es a la vez el más naturalista y psicodélico de la carrera de la banda. Todos los elementos del clásico La Luz siguen presentes: las exuberantes armonías, la impecable maestría musical, las magníficas melodías, pero es una versión más rica y terrosa, repleta de sonidos inorgánicos que imitan la surrealidad de la naturaleza: el zumbido de insectos invisibles, el chisporroteo atmosférico de un día caluroso. Tras pasar los últimos años viviendo en la zona rural del norte de California, las letras de Cleveland se han vuelto más realistas, menos interesadas en viajar a otras dimensiones que en atisbar tras la cortina de esta. Con sonidos que van desde los fantasmales destellos de la guitarra eléctrica, el rock de guitarra distorsionada, el funk onírico impulsado por el órgano, los sintetizadores galácticos y el alegre folk-pop de los años 70, La Luz es un álbum que celebra el amor por la música, por la amistad, por la vida en todas sus formas. -Mariana Timony