Detalles: Louis Couperin (1626-1661) ha sido durante mucho tiempo un nombre legendario entre los compositores franceses de teclado. Nacido en provincias a finales de la década de 1620, fue descubierto por el clavecinista de la corte, Jacques Champion Chambonnières, alrededor de 1650. Pronto obtuvo un puesto en la corte y fue titular del órgano de St. Gervais en París, fundando la dinastía Couperin, que incluyó de forma destacada a su sobrino, François Couperin "le grand". Tanto intérpretes como oyentes han gravitado hacia la música de Louis Couperin más que hacia la de cualquier otro miembro de la escuela francesa de teclado de la época, probablemente debido a su fascinante y sorprendente lenguaje armónico. Hay 129 piezas catalogadas como auténticas. Entre estos, destacan los Preludios sin compás, una especie de improvisación controlada en la que Couperin nos ofrece 16 ejemplos de un género que nació en manos de los laudistas y que ahora se encuentra en la cúspide de la música para clave francesa del siglo XVII. Los Preludios presentan una secuencia de semibrevas sin indicación, siendo la única guía para la interpretación la posición de las semibrevas (a menudo confusa) y un complejo sistema de ligaduras elaboradas y elegantes. Invitan a un rico lenguaje decorativo, pero tanto académicos como intérpretes deben ahondar en el mundo de Couperin para establecer la gramática y el vocabulario de dicho lenguaje. Al realizar esta nueva grabación de las 129 piezas, Massimo Berghella ha optado por tomar los Preludios como punto de partida para las suites —17 en total— que reúnen los movimientos de danza restantes en secuencias coherentes, interpretadas en la misma tonalidad que el Preludio correspondiente. Esto produce suites de duración muy variable (la de mi menor solo tiene cuatro movimientos, por ejemplo, mientras que la de re menor tiene diez), pero tiene sentido tanto en el contexto del siglo XVII como del XXI. Entre los clavecinistas italianos en activo más distinguidos, Massimo Bergella estudió con Kenneth Gilbert en el Mozarteum de Salzburgo y en la Accademia Chigiana de Siena. Cuenta con una trayectoria docente de 30 años, además de un diario de interpretaciones y una discografía que lo ha llevado por toda Europa para recitales, emisiones y grabaciones. De un álbum anterior de d'Anglebert, La Nazione comentó que Berghella «capta la necesidad reconstructiva de las partituras, interpretándolas en toda su complejidad poética».