Detalles: De regreso a Europa tras varios meses en Asia, Momus comienza a grabar Krambambuli con un gusto por el melodrama. Interpretando a una desconocida cantante japonesa de synth-chanson llamada Megumi Satsu, graba canciones al estilo de los años 80 sobre asesinatos, envejecimiento y guerra, utilizando una nueva técnica vocal a medio camino entre los gritos guturales y divagantes de Satsu y el estilo Sprechgesang (hablar-cantar) del que Arnold Schoenberg fue pionero hace un siglo. Al apagarse la luz, nos encontramos, como dice una canción, en "el teatro del yo". Las secuencias de acordes, en esta ocasión, son de inspiración barroca y las texturas sintéticas, de modo que artistas como Klaus Nomi aparecen en escena, evocando lejanos ecos de Händel y Purcell. Un tono más pop emerge en canciones como Captivate y Hotdesking, influenciado, curiosamente, por la sensación surcoreana del pop-dance New Jeans. Líricamente, estas canciones establecen puentes entre los temas políticos de la invasión militar —con la guerra en Ucrania como telón de fondo constante— y la idea del encanto personal como estrategia de poder culpable y ambivalente. Un dueto de 1980 entre la Rana Gustavo y Debbie Harry inspira Men Are The Problem, un suspiro de exasperación sobre el machismo insensato que aún impera en la geopolítica. El humor regresa en forma de canción que relata la trama de la película de terror erótico de 1975 de Walerian Borowczyk, La Bestia, y hacia el final del disco, el comediante británico Tony Hancock aparece para parodiar la poesía beatnik. Acordes vibrantes y surrealistas y letras sin sentido finalmente llevan el disco hacia los paisajes sonoros psicodélicos del álbum 154 de Wire de 1979. Y no hace falta decir —siendo este Momus en su momento más teatral— que la influencia de David Bowie también está aquí, tan fuerte como siempre.