Detalles: El hecho de que haya realmente algo etéreo, atemporal e indefinible presente en toda la música que se escucha en este CD pone instantáneamente en tela de juicio nuestras nociones compartidas de lo que realmente significa el término Elegía. Aquí el oyente no encontrará la indescriptible desesperación de, por ejemplo, el gran Adagio para cuerdas de Samuel Barber, ni la torturada despedida de Metamorfosis de Richard Strauss, sino más bien una introspección y una añoranza de un tipo mucho más apacible. Como lo expresó el poeta Thomas Gray en su Elegía escrita en un cementerio rural (1751): «Quizás en este lugar abandonado se encuentra un corazón que una vez estuvo preñado de fuego celestial; manos que la vara del imperio podría haber mecido, o despertado al éxtasis la lira viviente».