Detalles: Fue una gran ironía swiftiana que el momento culminante de la revelación que es Ground Trouble Jaw se publicara inicialmente como un modesto EP exclusivamente digital en 2008. Aquí corregimos ese error y lo combinamos con el EP Walt Wolfman de 2011, un gemelo espiritual de Ground Trouble Jaw. Ground Trouble Jaw es la lente que enfoca el catálogo de Swift en una obra bien definida. Fue el primer lanzamiento que fusionó las incansables y rivales personalidades del arte de Richard Swift —el R&B art brut de Onasis; el John Fante saloonista de The Novelist; la composición de Brill Building de Dressed Up For the Letdown— en una declaración artística singular y concisa. Aquí tenemos a un hombre que descubre de inmediato su propia capacidad para la atemporalidad. El triunfante tema "Lady Luck", de Sly Stone, se siente como una canción que tu corazón conocía antes que tú, una manzana madura de jazz que Swift arrancó en un paseo por el huerto. Se puede sentir su alegría y la responsabilidad de su descubrimiento personal. Se puede imaginar un futuro no muy lejano en el que padres e hijos bailan lento juntos en bodas al son del doo-wop, el amor de la infancia, de "Would You". La electrizante irrupción artística es palpable. Los destrozadores altavoces de R&B de Walt Wolfman, de un sótano, no son para cardíacos. El punto culminante del set, "MG 33", es un trance crudo y fantasmal, una explosión de energía cinética y ese humo de manzana jazz directamente en la cara. El tema que casi da título al álbum, "Walt Whitman", es un críptico homenaje a Whitman, cuyo linaje estadounidense de arte primitivo y urgente se puede rastrear hasta Kerouac y Ray Johnson, Bo Diddley y Beefheart, hasta el propio Swift. Era un vagabundo del pop marginal que podía hacer más con un micrófono viejo y desgastado que la mayoría de la gente con un estudio de alta gama, tomando "el momento sagrado" y haciéndolo eterno.