Detalles: En Natura Morta, Sven Wunder explora el arte como puente entre la naturaleza y la capacidad humana de juzgar y observar en once composiciones musicales con texturas de colores brillantes y un énfasis en melodías vibrantes. A lo largo de la historia de la humanidad, hemos representado el mundo en el que vivimos a través del arte. Al reelaborar lo que vemos en el mundo, las cosas más simples nos han ayudado a comprender la belleza de la naturaleza y a evaluar el mundo material que hemos creado a nuestro alrededor, como una ventana a una realidad en constante cambio, a través de nuestra propia percepción. Es esa realidad absoluta que surge en la unión entre el ser humano y la naturaleza y que puede revelarse a través del arte. La pintura de naturalezas muertas, también conocida como Natura Morta ("naturaleza muerta") en italiano, se remonta a la antigüedad. Algunas de las obras más antiguas, halladas en Pompeya, representan objetos cotidianos como frutas frescas de otoño junto con objetos artificiales como una pequeña ánfora y un pequeño montón de terracota con frutos secos. Estas pinturas de dos mil años de antigüedad ofrecen una instantánea de la vida romana y también crean un vínculo con el tiempo y el espacio. Un trocito de vida se ha creado uniendo los pigmentos de la tierra con extractos de aceite, elaborados a partir de frutos secos y semillas, pintados con pinceles de diversas fibras, como árboles y pelo de animales. Mientras la vida se desvanece con cada pincelada, al trasladar la realidad al pasado, el arte existe para revitalizarnos, siendo una imagen viva de algo muerto, una superficie y un símbolo con poderes simbólicos propios. Las naturalezas muertas celebran los placeres materiales y efímeros, volviendo a la naturaleza como fuente última de nuestros estándares tanto en el arte como en la vida misma. Natura Morta reúne piezas de una continua variedad de melodías, con el apoyo de una sección rítmica decisiva, creando un caleidoscopio musical de colores en constante cambio. Sven Wunder da vida a esta rica variedad de implicaciones musicales fusionando y combinando instrumentos melódicos en un entorno que abarca desde el lenguaje clásico hasta el moderno. El autor evoca este retrato panorámico articulando un diálogo instrumental entre una orquesta de cámara y un conjunto de jazz. El resultado es una celebración musical de los placeres materiales que también sirve como recordatorio de la brevedad de la vida humana. Este álbum fue producido con el apoyo financiero del Consejo Sueco de las Artes.